viernes, 9 de diciembre de 2011

The Lyres - "Lyres, Lyres"


 Al mentar los términos "Rock" y Boston la mayoría de la gente suele pensar, con razón, en el grupo más conocido del lugar, Aerosmith. Otros, realizarán una asociación de conceptos obvia y sacarán en claro el nombre del célebre grupo de AOR de los 70's que tuvo a bien bautizarse con el nombre de dicha urbe. Lo que casi nadie sacará a relucir, sin embargo, es que la ciudad fue una de las mecas indiscutibles del Garage norteamericano: No en vano, The Remains eran de allí y su concepción inmediata del Rock and Roll encontró dignos sucesores en la década de los 70's, en nombres como The Real Kids, Barrence Whitfield And The Savages, DMZ y, claro está, The Lyres.

 Las liras habían surgido, de hecho, como un spin off de DMZ y compartían la querencia con estos por el sonido mono, las estructuras simples y las canciones al grano, aunque con un basamento más sixties que punk, lo que los acercaba más al revival que hubo de estos sonidos en los 80's que a la banda de la que provenían.

 Capitaneados por Jeff "Monoman" Conolly, líder absoluto de la formación, The Lyres practicaban un Garage Rock de manual, repleto de riffs cortantes, órganos, letras chulescas, guiños a la generación Nuggets y concesiones puntuales a la lisergia. Pese a lo manida que pueda sonar su fórmula a priori, el resultado final sonaba ahíto de energía y frescura, siendo este "Lyres, Lyres" un pequeño clásico del underground 80's.

 "Not Looking Back", pildorazo marca de la casa, da el pistoletazo de salida y así, sin darnos tiempo a reaccionar, nos dejan caer una de las mejores y más pulidas joyas de su producción, "She Pays The Rent", el tema más querido por ellos, o al menos el que más veces han grabado (existen como unas tres versiones del mismo) , siendo ésta la más solemne, con el órgano dominándolo todo, Jeff desgañitándose con su mejor voz de black screamer y la banda sonando a medio camino entre la melancolía lisérgica de unos Seeds y Little Richard. "You'll Never Do It Baby" retoma el pulso a base de Garage cortante y chulesco, mientras que en "I Love Her Still, I Always Will" vuelven a bajar revoluciones, atacando un tema de aura misteriosa y lúgubre, cercana a los primeros The Animals.

 "No Reason To Complain" es un poderoso trallazo, entre lo atómico y lo hipnótico. Absolutamente electrizante; En "The Only Thing" se vuelven a dejar por las texturas ácidas, mientras que en "How Do You Know?" muestran su cara más oscura, perfectamente compatible con nombres pretéritos del género como The Music Machine.

 "You Won't Be Sad Anymore" lo tiene todo para ser un corte 10/10 de Garage Rock: Tiene el riff, el solo de órgano y la caída melódica de rigor. "If You Want My Love" se vuelve a adentrar en las procelosas aguas de la melancolía, en las que, sigamos con el símil, el grupo se mueve como pez en el agua. En "Busy Man" le abren la puerta al Link Wray más inmediato y a Bo Diddley. A "Teach Me To Forget You", el viejo número de The Outsiders, le insuflan nuevos bríos que los acercan al Roky Erickson desatado de aquellos años. "Stormy", disparo final del disco, es un acelerado corte de costuras beat que para nada habría desentonado en los Nuggets.

 No debería de haber dudas acerca de la importancia y pujanza de los Lyres en el entramado del Garage Revival que tuvo lugar en los 80's. Y su fórmula de base negroide y con pincelada ácidas merece figurar con todos los parabienes junto a la mística vudú de los Fuzztones, los destellos folkies de The Cynics o el jaraneo festivo de The Fleshtones. Puntas de lanza de un movimiento nostálgico, romántico, aferrados a un modo de entender la música basado en la honestidad y el corazón por encima de estériles exhibiciones instrumentales y vacíos servilismos a la moda.

martes, 15 de noviembre de 2011

The Troggs - "Wild Thing"


Originalmente bautizados como The Trogglodytes, lo cierto es que esa primera denominación avisaba a la perfección de las constantes sónicas que mantendría el combo capitaneado por Reg Presley a lo largo de su periplo 60's, a saber: Tosquedad, primitivismo y contundencia por bandera, abonando, en opinión de algunos connaiseurs, el terreno del que surgiría el primer Punk.

 No se trata de una teoría descabellada, ciertamente. ¿Acaso la manera de tocar de Chris Britton no supone la antesala, con menos revoluciones, del estilo que haría célebre a Johnny Ramone? ¿No son en cierto modo sus letras naives y despreocupadas una precuela de lo que tantas bandas vindicarían una década más tarde? La apuesta de The Troggs partía del Beat, tan en boga en la época, pero terminaba por adentrarse en otras sendas, más crudas,más ásperas y escasamente exploradas en aquellas fechas.

 Se habla mucho de la originalidad, de lo rompedor cómo -casi- único motor que propulsa la historia del R'n'R, pero ese axioma, de todos modos discutible, se puso un poco en entredicho en la década de los 60's, época en la que se editó una miríada de discos, cuya calidad está fuera de toda duda, basados fundamentalmente en versiones, medleys, guiños y demás concesiones a composiciones ajenas. Echen un vistazo a sus discos de The Remains, Sonics, Mitch Ryder o The Shadows Of Knight, por ejemplo, y se harán una idea de lo que les digo. ¿Lo que los diferenciaba de ser meras cover bands? Ese algo más, esa diferencia en la actitud, en el discurso, que los presenta como algo diferente, aún en las formas.

 Algo de eso pasa con "Wild Thing". Sí, es un tema original de la banda, pero no cabe duda de su parecido, rayano al calco con la archiconocida "Louie, Louie" (Los acordes son exactamente los mismos, de hecho) Incluso se dice que la banda creó el tema de forma casi accidental, mientras intentaban dar forma en el local de ensayo al oldie de Richard Berry. Así pues, ¿Cuál es ese algo más que aporta el grupo de Andover?

 Bajo "Wild Thing" late un pulso de incuestionable crudeza, de alusión a lo primitivo, a lo salvaje. Desde la áspera voz de Reg Presley a la primaria labor guitarrera de Britton pasando por los parones y el tono ominoso que sobrevuela la canción, que insinúa más que dice... Y ese solo de ¡Ocarina! que termina por conferirle una idiosincrasia única a la actitud y el sonido del grupo. No dejemos de tener en cuenta que es el año 1966, que los Beatles andaban a vueltas con "Revolver" y mientras estos cuatro tipos facturaban Proto Punk de manual, con más concomitancias con lo que aportaría Detroit un par de años después que con la mayoría de sus compatriotas.

 La cara B, al igual que pasaba en tantos y tantos singles de la época, variaba según el área geográfica. Y si para Inglaterra la elegida fue la fuzzera "From Home", los yankees, que para éstas cosas siempre tuvieron más vista, escogieron una de sus grandes gemas pop, esa deliciosa y archipegadiza "With A Girl Like You" que con el tiempo sería cara A por méritos propios. En la France, finalmente, la elección recayó sobre la chulesca "Lost Girl", prototípico pildorazo de Garage Pop 60's con desparrame lisérgico incluido a modo de cierre. Como podeis ver, siempre dentro de sus cánones, existía variedad de registro en el cancionero Troggs.

Diluidos entre el marasmo de nombres que la british invasion legó al mundo y recordados por unos pocos, la sombra de The Troggs se perfila alargada, aún a título conceptual, en la obra de los primeros Ramones, Stiv Bators, Alex Chilton o The Stooges, por citar a unos pocos. Con semejante prole no hay opción a dudar de que -desde luego- algo muy especial tenían que ofrecer estos cuatro tipos trajeados a rayas en sus trabajos de juventud.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Misfits - "Walk Among Us"

Es curioso, existen bandas en la historia de la música que, pese a que se esforzaron por proyectar una imagen naive y dulce de ellos mismos, es inevitable recordarlos por los detalles sórdidos y/u oscuros de su biografía. Cómo ejemplo podríamos citar a The Carpenters, Badfinger o, afinando en exceso, las conexiones de los Beach Boys con Charles Manson, amén del sinfín de demonios particulares que llevaba consigo a modo de inseparable equipaje el bueno de Brian Wilson.

El legado de los Misfits bien podría situarse en el polo opuesto de esa tendencia: Pese a lo crudo y deslavazado de su sonido y a lo explícito de su oferta lírica, que iba del asesinato en serie y la mutilación a los zombis, comedores de cerebros, ovnis y demás ralea mítica de Serie B, es inevitable acordarse de ellos con cierto sentimiento entrañable. Sucede, en cierto modo, como con las películas de bajo presupuesto que le sirvieron de inspiración: Que lejos de dar miedo generan simpatía y sentimientos de evasión al que las ve (o los oye, en este caso)

Dotando de revoluciones extra al legado de los Ramones, combinándolo con su doctorado honoris causa en subcultura de los 40's-50's y rematando la jugada su innegable sentido de la melodía, que ni la producción prácticamente inexistente del álbum ni las montañas de power chords  podían ocultar, los Misfits debutaron en largo con un LP con más hechuras de recopilación de grandes éxitos del grupo que del disco de presentación que en la práctica era. Y eso pese a la chulería que se marcaron de dejar fuera "Last Caress", uno de sus temas definitivos de siempre.

Aunque si de algo anda sobrado este "Walk Among Us" es precisamente de temas definitivos, de himnos, de highlights incontestables de la banda de Lodi. De hecho, me atrevería a decir que el 95% de lo más granado que editaron se encuentra aquí. No tendré la osadía de afirmar que lo demás sobra, pero sí de decir que jamás consiguieron igualar -de superar ni hablamos- esta jugada inicial.

"20 Eyes" abre fuego, poniendo de manifiesto la querencia del grupo por la velocidad desatada y el adictivo uso, tan hooligan, de los coros. Siguen con una de sus cimas indiscutibles, la mítica "I Turned Into A Martian", dramática narración de una posesión alielígena. Una poderosa línea de bajo de Jerry Only da paso a "All Hell Breaks Loose", un pelotazo de Punk Rock trallero e intimidante que da paso al tributo que rinden a uno de sus iconos de juventud: "Vampira", la musa tardía de Ed Wood Jr. que, vaya por delante la anécdota, llegó a conocer a Danzig y compañía durante el transcurso de una firma de discos de la banda en Hollywood, ahí es nada.

"Nike-A-Go-Go" sigue la senda de los temas más decididamente hardcore del grupo, cosa que no podemos decir de la hímnica e imprescindible "Hatebreeders". "Mommy Can I Go Out And Kill Tonight?" más allá de lo atómico de su título, sobra. Sobra, primeramente, por tratarse de un tema grabado en vivo, registrado con una calidad sónica que va más allá de lo cochambroso, dejando mucho que desear; y en segundo, pero no menos importante lugar, por encontrarse muy por debajo de la media general del álbum.

Afortunadamente, tras el pequeño bajón, se suceden las que a mi modesto entender son las mejores canciones del redondo. La épica "Night Of The Living Dead", con su impagable comienzo; "Skulls", o la clase de canción por la que amo a esta banda, con un Danzig poniendo su mejor voz a las súplicas de un psycho killer redomado ("I want your skull, i need your skull") "Violent World", cercana aún en la distancia a los cánones del psychobilly, al igual que la potentísima "Devil's Whorehouse", con sus estructuras remotamente fifties y el insidioso y machacón ritmo de batería. Tras toda esta exhibición de poderío viene la canción del disco, su colofón a efectos teóricos y casi que prácticos, me estoy refiriendo, cómo no, a "Astro Zombies" una de las cimas innegociables del cancionero de la banda, santo y seña de sus virtudes y bondades como tal. Tras esto, la brevísima -no llega al minuto- y tabernera "Braineaters" hace más las veces de outro que otra cosa.

No, el legado de los Misfits no goza de la salud que merece. Las distintas formaciones, la huida paulatina de algunos de sus miembros clave y, muy especialmente, las giras sacacuartos que bajo ese nombre está llevando a cabo Jerry Only con un par de saldos de Black Flag  no hacen más que desgastar y devaluar el buen nombre que pudo tener un día este grupo. Mas conviene no olvidar que, pese a los desagravios que a día de hoy se puedan cometer en su nombre, los primeros eslabones que conforman la singladura Misfits dieron carta de naturaleza, junto a The Cramps y los primeros Fuzztones, a la fusión definitiva entre la subcultura de épocas pretéritas y el Rock and Roll, lo que a la larga terminaría siendo un género en sí mismo del que ellos pueden vindicarse, sin rubor alguno, como pioneros.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Burning - "Bulevar"


 Ellos decían que los domingos no se hicieron para bailar, y, paradójicamente, es el día del señor el que suelo consagrar, más o menos involuntariamente, a escuchar y reencontrarme con el legado de los madrileños, tan inasequible al paso del tiempo cómo pleno de vigencia y actitud.

 Burning fueron mucho. No se me ocurre ninguna otra banda de por aquí surgida en el '74 que aúnase con tanta maestría las enseñanzas de Chuck Berry, The Rolling Stones, Lou Reed, Faces, T-Rex o los New York Dolls. Algunos dirán que sí, que lo que yo quiera, pero que los de la Elipa, a fin de cuentas, debutaron en largo allá por el '78, a tiro de piedra de que el Rollo  terminase de estallar y hacer acto de presencia. Nada más lejos: Existen demostraciones de poder de la banda efectuadas en plena dictadura, más concretamente, esos dos pildorazos de Glam Rock crudo, patillero y sin domesticar en formato single titulados "I'm Burning" y "Like A Shot".

 A "Bulevar", última pieza de la imprescindible trilogía inicial de la banda (un must para cualquiera que se diga aficionado al Rock) le toca cargar con el sambenito de ser su disco más Pop y enfocado a los cánones sónicos que primaban en el Madrid de La Movida. Lo cual es cierto, aunque sólo en parte. Efectivamente, si comparamos la producción de "Bulevar" con la de su inmediato antecesor, "El Final De La Década" es inevitable observar que sí, que el R'n'R seguía fluyendo por sus surcos, pero tamizado por un tratamiento eminentemente más Pop, más 80's del sonido. Ahora bien, de ahí a afirmar, cómo claman algunos, que es "Su disco new wave" media un abismo. Burning, para la ocasión, mudaban la piel, que no el espíritu.

 La manera escogida de abrir el disco no podía ser más reveladora, un "Es Especial" que no era otra cosa que el "Give Him A Great Big Kiss" de las Shangri-Las que, aquí viene la enjundia, fue versionado por los New York Dolls bajo el escueto título de "Great Big Kiss". La versión a la que pone voz Toño se queda entre la chulería, aquí bañada de desazón, del grupo de Johnny Thunders y el almíbar, cosas de la producción, del conjunto vocal capitaneado por Mary Weiss. "Tu Eres Mi Amor" continúa la senda de temas chulescos, callejeros y guitarreros en los que tan bien se desenvolvía la banda, con un uso de los coros que remite, irremisiblemente y una vez más, a las muñecas de Nueva York. "Ja,Ja,Ja", un corte de costuras glammys y vacilonas y apartado lírico con pretensión irónica que, visto hoy, resulta cuánto menos entrañable ( "quién sabe que puede ocurrir/si el Rayo hoy vence al Madrid") cuándo no directa y deliciosamente desfasado ("Dicen que hay un muro en Berlín/y nadie quiere irlo a destruir") En el plano estrictamente musical, un tema muy en la línea de los primeros KISS.

Mención especial merece "Es Decisión", primera ocasión en la que Pepe Risi se pone frente al micro y clásico impepinable de la banda. Una grandiosa canción preñada de melancolía, nocturnidad y estampas evocadoras que encajaba como anillo al dedo en la idiosincracia melancólica y maldita del malogrado guitarrista (¿Nuestro Keith Richards/Johnny Thunders?) Irónicamente, lo que aquí hacía a título eventual terminaría siendo la norma, ya que tras la marcha de Toño se convertiría en el cantante de Burning.

 "Quiero Ser Un Robot" es puro Toño: La abulia, la dejadez existencial que transmite la letra en contraste con su voz,tan sensual y chulesca como triste. Sensaciones y sentimientos que quizás encuentren su máxima expresión en la que es la a todas luces cima -objetiva- del disco, "No Es Extraño Que Estés Loca Por Mí". Tras la chulería confianzuda del título y la ya mítica intro de piano de Johnny Cifuentes se esconde uno de los temas más poderosos de la banda, tanto en lo musical (poderosísimo riff) como en lo lírico, desgranado los primeros y titubeantes pasos de una relación casual, las subidas y las bajadas, balanceándose de lo abstracto a lo explícito sin despeinarse.

 Tras semejante demostración de poder, es normal que la cincuentera "Baila Mientras Puedas" sepa más bien a poco, lo que no quita que sea un tema divertido, amén de lo inédito de ver a los Burning nadando en aguas Rockabillys. "Día De Lluvia" como supongo se intuye por el título, es lo más cercano a una balada que vas a encontrar en éste álbum, un tema melancólico, con sabor a cicatrices sin curar. Para cerrar, "Escríbelo Con Sangre", suerte de murder ballad castiza, atmosférica y generosa en guitarras que pone punto y final a este clásico indiscutible del Rock and Roll patrio.

Burning, ya lo apuntábamos más arriba, fueron pioneros en muchas cosas, para lo bueno y para lo malo. Y si su manera de entender el género y reivindicar según qué influencias fue pionera en la historia del Rock and Roll de este país, no lo fue menos el malditismo que jalona su biografia, sembrada de episodios de drogadicción, sordidez, muertes y, en definitiva, la cara oscura y en ocasiones inevitable que ha acompañado al devenir de nuestra música. Burning fueron mucho. Burning son mucho.

martes, 1 de noviembre de 2011

Rose Tattoo - "Rose Tattoo"

 Si tuviésemos que confeccionar un listado más o menos amplio de ilustres segundones, en cuánto a reconocimiento que no legado, del Rock And Roll, no cabe duda de que el nombre de los australianos Rose Tattoo merecería figurar con todos los honores. Fueron el paradigma de banda que pudo explotar en todos los frentes -ya explicaremos el porqué más abajo-, surgidos en el momento, lugar y escena adecuadas, pero que se tuvieron que conformar con militar en la segunda división del negocio. Inmejorable ejemplo de esto que digo tuvo lugar hace unos años, cuándo en el lapso de unos meses recalaron por nuestras tierras sus paisanos  AC/DC y los chicos de Angry Anderson en lo que creo fue su primera visita a territorio español. ¿La diferencia? Mientras los Young reventaban estadios y pabellones, a Rose Tattoo le tocó batirse el cobre en garitos ante audiencias conformadas por unos pocos cientos de personas.

 No es gratuita la alusión a AC/DC, o al menos no se circunscribe sólo al ámbito geográfico. Cabe recordar que en los seminales Buster Brown ya se dieron cita componente futuros de ambas formaciones (Phil Rudd y Angry Anderson, concretamente) y, para terminar de cerrar las conexiones, éste debut fue producido por los inseparables Vanda-Young, parte fundamental del sonido de los hermanos Young hasta "Powerage".

 Sin embargo, sería un error considerar a Rose Tattoo como un mero grupo al rebufo de AC/DC. Cierto, compartían la misma concepción del riff simple y demoledor,  las raíces marcadamente rythm and blueseras y el toque canalla y pendenciero que los acercaba al Bon Scott de aquellos años (esos tatuajes patibularios...) Pero no es menos verídico que el uso del slide, los matices sureños y los ramalazos casi punks que ofrecía su música en ocasiones los presentaba como una oferta compatible, que no sucedánea, de lo que destilaban los autores de "High Voltage".

 Siempre consideré una de las mayores virtudes de Rose Tattoo la -potencial- amplitud de su propuesta sónica. Lo que se destila en este debut (o en "Assault And Battery"; o en "Scarred For Life") podía gustarle tanto a un acólito al Hard Rock, fan de los mentados AC/DC, Lynyrd Skynyrd o Motorhead cómo a un seguidor del estallido Punk que tenía lugar a ambos lados del atlántico. Ilustrativa estampa la de la banda compareciendo en festivales cumbre del Hard & Heavy europeo mientras colaban algunos de sus singles en los charts más punkarras del viejo continente. La cosa tiene mérito, y más aún a finales de los 70's, cuando las diversas escenas musicales enfrentadas no resolvían sus diferencias debatiéndolas en torno a una mesa camilla, precisamente.

 El disco abre con los que quizá sean los dos grandes himnos de la banda, los que en el futuro serían sus temas más versionados, "Rock N' Roll Outlaw" y "Nice Boys"; sendas declaraciones de intenciones, repletas de riffs matadores y slide por un tubo cortesía de la pareja Pete Wells/Mick Cocks, que borda un trabajo guitarrero tan deudor del Southern Rock cómo de la inmediatez Punk. "The Butcher And Fast Eddy" es una puesta al día de sus raíces bluesys pasadas por el filtro de su insoslayable macarreo. "One Of The Boys", una de las cimas del redondo, es el ejemplo perfecto para el que quiera comprobar la mentada amplitud de propuesta de la que os hablaba más arriba. "Remedy", "Bad Boy For Love" y "T.V" mantienen el pulso a base de espídico R'n'R, facturado de una manera en la que los 'Tats tenían pocos rivales.  

 "Stuck On You" es el primer -y único- remanso de relativa calma que nos concede este atómico debut, y aunque sea algo subjetivo,  le veo ciertas concomitancias con The Who. Quizás sea por la manera de entrelazar guitarras acústicas y eléctricas, o por el tono de fuerza contenida que predomina en la canción. El riff inicial de "Tramp", por eso de seguir con las comparaciones -odiosas pero orientativas- nos remite a lo que ese mismo año facturaban The Dictators en su inmortal "Bloodbrothers", y, a la usanza de los neoyorquinos, supura actitud callejera y badass por los cuatro costados. Como colofón nos encontramos con otra de las imprescindibles en los sets de los australianos, que no es otra que la atropellada y macarrísima "Astra Wally".

 Cómo dejaba caer al principio de este artículo, el sino de Rose Tattoo fue el de tantas otras formaciones seminales y/o de culto, siendo su legado más conocido durante años por las vindicaciones de las que fue objeto que por el valor intrínseco de su obra. Poca cosa para la que es, según me dijo alguien en una ocasión, "la banda más grande de Australia" ("¿Y qué pasa con AC/DC?" repliqué, a lo que se me respondió, con toda lógica, "Esos no son de allí,¡ ni siquiera son de este planeta!")

domingo, 23 de octubre de 2011

The Crepitos - "Wicked Mind"

 
The Crepitos fueron parte activa de ese marasmo de bandas surgidas en España a finales de los 80's y principios de la década posterior, con querencia por las bandas de culto y especial e indisimulada inclinación por el inglés como lengua en la que expresarse. En la categoría en la que incluimos a los de León también podríamos meter a otros tantos que comparten esas coordenadas, caso de los capitales Sex Museum, los espídicos The Pleasure Fuckers, el Power Pop guitarrero de los Crocodiles, los acólitos al garage/beat 60's cómo Dr Explosion o admiradores confesos del "one, two, three...!"  y demás herencia Ramones, caso de, verbigracia, Shock Threatment. En semejante paisaje musical, ¿Qué partido tomaban The Crepitos?

Lo suyo era, a grandes rasgos, el Rock and Roll con matices bubblegum y poperos (podríamos decir Power Pop, pero se dice y se comenta que la etiqueta no le hacía mucha gracia al grupo) aliñado con matices nada desdeñables del Nuevo Rock Americano que despuntó en los 80's, siendo su música algo así cómo el punto de encuentro entre los combos sixties con gusto por la melodía, los Ramones de discos cómo "Pleasant Dreams" y la labor de formaciones cómo The Replacements o los Long Ryders.

"Wicked Mind", un single registrado para el fanzine Rock Indiana, fue la carta de presentación de la banda, amén de un aviso redondo de por dónde iban a ir los tiros de su cancionero posterior.

El tema homónimo, que de paso sea dicho es mi preferido de ellos, da el pistoletazo de salida: Una poderosa batería, un omnipresente órgano, una melodía hiperpegadiza y un acertadísimo uso de los coros son las señas de identidad de este pildorazo de R'n'R hipermelódico y perfectamente construido. "Feather Brain" sería, en un mundo idílico, con un mínimo de cordura, un verdadero top of the charts, toda una exhibición de estilo y poderío en poco más de dos minutos. Es en "No Turning Back" dónde más a las claras se aprecia la querencia del grupo por las estructuras épicas del Nuevo Rock Americano, sin renunciar por ello a sus señas de identidad más melódicas e inmediatas.

Desgraciadamente (y al igual que podríamos decir del 99% del fondo de catálogo nacional de Rock Indiana) el recuerdo que ha quedado de The Crepitos es algo así como de undergrounds del underground, siendo mencionados, casi sin excepción, cómo el grupo de juventud de Juancho Bummer, bajista de los Hard Rockeros -y también recomendables, aunque un escalón por debajo de éstos- Bummer y actual escudero de Paul Collins,  sin profundizar en el hecho de que poseían un cancionero formidable, un cúmulo de influencias superior y los ingredientes de una fórmula que les permitió facturar una verdadera colección de potenciales hits.  En fin, fuere como fuere, nunca es tarde para enfrentarse al poderío de The Crepitos.

jueves, 13 de octubre de 2011

Los Salvajes - "Todo Negro"


Los Salvajes, también conocidos cómo los Rolling Stones de Las Ramblas, aunque ellos siempre se encargaron de recordar que lo suyo tenía más que ver con los Who. Su sóla existencia ya es motivo más que suficiente para dejar sin argumentos a todos aquellos voceros que claman, quién sabe con qué fines, que el Rock and Roll aterrizó en España a finales de los 70's, con aquello que se dió en llamar El Rollo. Rollo que no se creerían ni ellos si acaso tuviesen algo de cultura y tirasen un poco del hilo, al menos lo suficiente para ubicarse en la Barcelona del '62, año y ciudad en los que nació el grupo.

Surgidos, como otros tantos grupos sajones, al amparo del Merseybeat, el sonido de Los Salvajes fue evolucionando a tesituras cada vez más contundentes, rayanas al rythm and blues, los Stones más garageros y aquellos grupos de la invasión británica que casi preludiaban el punk, caso de The Troggs. A esos mismos voceros que mencionábamos más arriba sin duda les dejaría de piedra saber que en la grisácea España de mediados de los 60's había un grupo de Rock que había compartido escenario con los Kinks, se vestía -al igual que Lennon, Jagger y demás "Dedicateds Followers of Fashion"- con ropa adquirida en Carnaby Street y que, noche tras noche, ofrecían explosivos y sudorosos shows que culminaban con los instrumentos tirados por el suelo, práctica en la que aseguran haberse adelantado al mismísimo Pete Townshend, ahí es nada.

"Todo Negro" condensa, en cierto modo, gran parte de las señas de identidad de la banda. En primer lugar se trata de un single, formato al que la banda se mantuvo absolutamente fiel a lo largo de su periplo clásico 60's, excepción hecha a un LP recopilatorio que vió la luz en aquellos años; En segundo,podemos apreciar la que fue, para bien o para mal, otra de las constantes del grupo: Una proporción exageradamente mayor de temas ajenos frente a la producción propia. Cuenta Gaby Alegret que aquello era una imposición por parte de las discográficas, que recelaban de la contundecia de su cancionero en detrimento de su valor como intérpretes, que salían bien librados de versionar a artistas tan dispares como Sonny And Cher, The Four Tops, Sam The Sham... O a los tres que tributaban aquí, que (tercera seña de identidad) dicho sea de paso, eran casi que sus elecciones predilectas para estas lides: The Rolling Stones, Troggs y el Spencer Davies Group.

Los Stones eran unos viejos conocidos del grupo, ya que debieron de ser de los primeros en atisbar su potencial: Mientras todas las bandas de por aquí (Brincos, Mustangs...) solo parecían tener ojos para los Beatles ellos ya habían hecho "Satisfacción" y "La Neurastenia" (o lo que es lo mismo: "Satisfaction" y "19th Nervous Breakdown") a lo que hemos de añadir este "Todo Negro" y un futuro "Jumpin' Jack Flash" al que transmutarían en su "Algo De Títere". En la relectura del "Paint It Black" que da título a este trabajo la banda ahonda en la faceta oscura del original, reescriben la letra con maestría e incluso le añaden unas gotas de contundencia -¡esa batería!- nada despreciables con respecto al original.

"With A Girl Like You", la deliciosa tonada pop de los casi siempre incisivos The Troggs pasa a ser "Chica Igual Que Tú", conservando su punto melódico pero ganando en matices guitarreros (Que Los Salvajes tenían dos y muy buenos) frente a la de los ingleses. No, no eran ajenos nuestros protagonistas al grupo de Reg Presley: No en vano su tema más conocido es ese glorioso "No Me Puedo Controlar", que no es otra cosa que "I Can't Control Myself" en la lengua de Cervantes.

El tema propio que presentaban para la ocasión "Es La Edad" era un vibrante y rítmico corte garagero cuya letra, al igual que la mayoría de las firmadas por la banda al 100% oscilaba entre el hedonismo, la vindicación juvenil y cierta ingenuidad ("Cabellos cortos o largos que mas da/La inteligencia se mide por algo más", ahí lo dejo) Para cerrar, acometían una versión del Spencer Davies Group a quienes ya habían tributado con anterioridad de manera sobresaliente ("Corre, Corre"/"Keep On Running") y cuyo "Somebody Help Me" lo convertían en su "Que Alguien Me Ayude", con intro guitarrera de regusto fuzz y saliendo bien librados del trance.

 Sin duda, el que sea profano en estas lides garageras y sixties se estará preguntando cómo puede dedicarle nadie un artículo a un grupo que ofrecía, valiéndonos de probabilidades, una de cada cuatro canciones como propias. Sin embargo, conviene recordar que cada época tiene sus códigos y sería un error enjuiciar a Los Salvajes (y a The Sonics, los Stones del "12X5" y un larguísimo etcétera) como un mero grupo de versiones. Al fin y al cabo tenían lo que distingue a una banda con identidad propia cómo tal, a saber: Su sonido, su actitud, su idiosincracia y, claro está, su irregateable condición de pioneros patrios.

domingo, 9 de octubre de 2011

The Undertones - "Teenage Kicks"

Si a la hora de hablar de Punk se tiende a la generalización, a la hora de hacerlo de los acólitos del género surgidos al amparo del boom inglés se suele caer, directamente, en el tópico: Crestas, imperdibles, union jacks, no future... Tentador para el que le interese contemplar (¿o deberíamos decir idealizar?), a toro pasado, un panorama perlado de sordidez y lapos, pero algo inexacto cuándo profundizamos en la andadura de alguna de las bandas que dieron forma al movimiento.

 The Undertones eran norirlandeses, lo que los ponía a buen recaudo de los esputos de Johnny Rotten y de la movida londinense en general. Además, sus orígenes se remontan al 1975, esto es, un par de años antes de que el "Never Mind The Bollocks" transmutase lo hasta el momento subterráneo en tendencia. Para terminar de diferenciarlos de lo que más adelante representarían bandas cómo los propios Pistols, The Damned o los Adverts, su paleta de influencias primigenea abundaba en el Pop de la década anterior, lo que los emparentaba, aún lejanamente, con otros enamorados de épocas pretéritas como los Buzzcocks o The Jam.

 "Teenage Kicks", el tema título, es el "Be My Baby", el "Will You Still Love Me Tomorrow?" y el "Then He Kissed Me" de la generación Punk, todo en uno. Es el legado de los girls groups de antaño y la música de jukebox y las letras de adolescentes de la factoría Spector transplantadas al ámbito de los power chords y el "do it yourself". La aguda, casi femenina, garganta de Feargal Sharkey ponía voz a un tema cuya letra retrataba la difusa línea divisoria que separa al romántico empedernido del stalker en potencia. Es, en definitiva, una de esas canciones perfectas, redondas, irrepetibles, cuya sola existencia ya es motivo de sobra para tener en cuenta a sus creadores.

Los tres temas restantes que completaban el maxi si que eran más fieles a los postulados de su tiempo y lugar: Brevísimos -ninguno llega a los dos minutos de duración- disparos de R'n'R hipervitaminado con su punto melódico, pilotados por riffs tan simples como efectivos y con los coros hooligans de rigor por aquí y por allá, eran los ingredientes de una fórmula que a veces los acercaba a lo facturado por los primeros The Clash o los Jam más inmediatos. ¿Sus nombres? "Smarter Than You", "True Confessions" y "Emergency Cases". Definitivamente, no eran la clase de temas que cambian el rumbo de la historia, pero tanto daba, su contribución quedaba de sobra saldada con el primer disparo.

Semejante carta de presentación les permitió encarar en un breve lapso de tiempo la grabación de su primer y homónimo LP, en el que además de incluir todo lo aquí expuesto añadían un buen puñado de himnos de basamento sixties y maneras punks ("Girls Don't Like It", "Here Comes The Summer", "Jimmy Jimmy"...) Con todo, la new wave no tardó en llamar a su puerta y la existencia de la primera y más clásica formación de la banda fue punto menos que efímera.

Cualquier pretensión de aunar azúcar bublegum con rotundidad punk pasa, o debería pasar (amén de por los sacros Ramones, a los que damos por hecho) por la andadura de juventud de estos chicos surgidos en la fría y convulsa Irlanda del Norte de mediados de los 70's. Cualquier selección de hitos del Rock del pasado siglo debería de incluir entre sus surcos la inmortal "Teenage Kicks".

lunes, 3 de octubre de 2011

The Choir - "It's Cold Outside"

  
¿Acaso no es lícito, e incluso recomendable escribir acerca de un 7"? Pensarlo, en éste formato es forzosamente díficil -aunque de todo hay- encontrar relleno o mediocridad, ya que el grupo de turno pondrá en la Cara A el tema, el hit, el single para el que llevan preparándose, con cierta ventaja, toda una vida (Cómo alguien apuntó, para preparar el primer disco tienes de tiempo toda tu existencia previa a él; para el segundo, un par de años) y para la B, con toda intención, en caso de que no sean unos desalmados y tiren de hemeroteca, dejarán caer la pequeña joya, el artefacto de culto en potencia, el futuro pasto de connaiseurs. No, definitivamente, no es mala fórmula.

  Además, cómo sucede al hablar acerca de aquellas bandas que más tarde serían antologadas en los llamados "Nuggets", y The Choir fueron una de ellas, el 7" es casi el único formato a barajar. Muchos, la inmensa mayoría, de estos grupos se conformaron con echar a rodar un par de rodajas de rítmico y vibrante Rock And Roll a 33 R.P.M y desvanecerse, dejando cómo casi única prueba de su existencia un puñado de fotos en sepia ajadas y un pequeño disco de vinilo que testimoniaba lo que pudo haber sido.

 The Choir no fueron una excepción a ésta regla y se consumieron rápido, al menos su esencia original (Volverían al poco con cambios de formación y estilo) Aunque tampoco podemos decir que se evaporasen sin dejar rastro: tres cuartas partes de la banda serían el núcleo de The Raspberries, combo capital en el devenir de lo que sería el Power Pop, género en cuya prehistoria podemos encuadrar la singladura de nuestros protagonistas.

 Y es que "It's Cold Outside", la canción, es Power Pop en el año 1966. Hay melodramatismo y épica teenager en esa historia, tan arquetípica y tan arolladora en su desarmante simpleza, en el relato de un tipo que siente llegar el frío ante la imprevista marcha de su chica. El hit perfecto para que se colase entre los grupos de la invasión británica y las historias de corazones rotos del Brill Building.

 A "I'm Going Home" le toca seguir el sino de casi cualquier Cara B, salvo excepciones, a saber: La de curioso complemento. Tras la exhibición de poder previa cuesta un poco centrarse en éste corte de costuras ciertamente garageras y rhytm and blueseras, aunque prestándole la atención debida nos encontramos con una canción que nos retrotrae a los primerísimos Beatles, sobre todo por esa armónica, más skiffle que folk.

 Es en la cultura del single, que germinó en los USA de la segunda mitad de los 60's hasta llegar a cotas cercanas a la saturación donde podemos encontrar las raíces de nombres como Ramones, Bruce Springsteen, Paul Collins o Redd Kross, cuyos backgrounds de juventud estaban bien nutridos de esas pequeñas rodajas cargadas de grandes himnos, que basculaban sin remilgos entre el bubblegum y las guitarras fuzz, entre las versiones de R'n'R de los 50's y la estética fusilada a los grupos ingleses más punteros de la época. Tiempos, en definitiva, de un romanticismo en la industria del disco que jamás volverá.

martes, 27 de septiembre de 2011

Roky Erickson & The Aliens - "I Think Of Demons"


Corría el año 1979 y un tipo de Tejas, Roger Kynard Erickson, había recorrido, qué duda cabe, un largo y tortuoso camino para llegar hasta ese punto. Tras su paso por los fundacionales 13th Floor Elevators, piedra de toque en lo que fusión de  Garage y Psicodelia se refiere, nuestro hombre vivió su particular via crucis por los abismos de la locura, agravados por sus años de consumo descontrolado de ácido en una banda sobre la que siempre sobrevoló el espectro del caos y la sordidez. A su biografía me remito.

Años de confinamiento en un psiquiátrico, ejerciendo de carne de electroshock y compartiendo alojamiento con verdaderos psicópatas (algunos fans de su antigua banda, según cuenta) Lo más razonable era dar por perdido a Roky como artista, alguien al que la medicación reduciría su creatividad al mínimo y que tras salir de su reclusión consumiría sus días viviendo de una paga del estado, manteniendo el fantasma de la esquizofrenia a buen recaudo a base de barbitúricos.

Afortunadamente, y en ocasiones, las previsiones en apariencia más obvias pueden verse desmentidas por el desarrollo de los hechos. Al poco de recobrar la libertad, Roky pasó de seguir medicación alguna, lo que si bien le llevó a protagonizar más de una excentricidad al cabo de los años, también le permitió pleno acceso a sus musas, a reclutar una banda que le procurase sólido respaldo y, en fin, a editar un debut en solitario que afianzase su posición en el mundo de la música, más allá de la de viejo icono de una banda de culto de los lejanos 60's.

Concebido en principio como una suerte de álbum conceptual inspirado por el cine de terror, lo cierto es que "I Think Of Demons" termina revelándose, no sé si involuntariamente, sabedores de los avatares vitales de su protagonista, cómo algo más profundo, poseedor de una entidad propia y un espíritu perfectamente reconocibles.

Lo primero que sorprende al ponerlo a rodar es que poco o nada queda de las texturas lisérgicas con las que tan afanosamente trabajó en los Elevators. Sigue habiendo un innegable poso psicodélico, ciertamente sutil, pero el disco suena en su mayoría a Hard Rock aliñado de inmediatez y riffs incontestables, con duelos de guitarras y potentes solos. "Two Headed Dog", que con el tiempo sería uno de sus himnos de siempre, es la encargada de mostrarnos este nuevo giro sónico a seguir. También de lo que será una tendencia de buena parte de su cancionero: El minimalismo lírico, basando la canción en la repetición de un par de versos y confiándolo todo a la pasión interpretativa.

"I Think Of Demons" es otra de las cimas del álbum, un corte de adictivo riff y con un poso melódico nada desdeñable, que se ve seguida por otro anthem del calibre de "I Walked With A Zombie", canción de marcadas costuras baladísticas fifties que evidencia que la abundante retórica sobre zombies, demonios, vampiros y demás fauna de ultratumba no puede enmascarar el corazón rocker de Erickson, el fan irredento de Buddy Holly que, en los shows de aquellos años versionaba temas de Phil Spector.

"Don't Shake Me Lucifer" suena completamente a los Rolling Stones de Mick Taylor, siendo francamente fácil imaginar al Jagger de los primeros 70's poniéndole voz, un brioso Rock And Roll que para nada hubiese desentonado en el "Exile..." "Night Of The Vampire" baja las revoluciones, un medio tiempo de aura ominosa que da paso a par de temas en la pura tradición del Hard Rock crudo y no exento de cierta melancolía en el que abunda el disco, "Bloody Hammer" y "White Faces". Las épicas y guitarreras "Cold Night For The Alligators" y "Creature With The Atom Brain" preceden a "Mine Mine Mind" exponente de mi Roky Erickson predilecto, a saber: El fino creador capaz de conjugar riffs rocosos, melodías perfectas y ambientes místicos sin despeinarse un pelo de la barba.

"Stand For The Fire Demon" sigue la senda de cortes previos como, verbigracia, "Night Of The Vampire", una suerte de letanía tortuosa, densa y eléctrica que anticipa la grand finale con "The Wind And More", inamovible en los sets de sus shows, y, en este caso felicitémonos por ello, poseedora de todos los clichés, musicales y estéticos que le presuponemos al de Austin.

Como era casi de esperar, la repercusión de "I Think Of Demons" fue, siendo generosos, modesta (¿Un naúfrago de la era del ácido colándose en los charts la era de la MTV, los sintetizadores y el arena rock? Siéntate y espera) Pero al menos sirvió para, como se apuntaba más arriba, apuntalar a nuestro hombre en el negocio y renovar su fe en la música, granjeándole de paso un reducto de fieles seguidores y dando el pistoletazo de salida a una singladura abundante en buenos trabajos, cuyas muestras se extienden hasta prácticamente nuestros días. En fin,y haciéndome eco del grito de guerra de sus valedores sólo me resta deciros eso de: Don't Knock The Rock!

lunes, 19 de septiembre de 2011

Love - "Love"

Pocas bandas existen, a juicio del que esto firma, más infravaloradas que Love. Pioneros en la máxima extensión que concede el término, el combo capitaneado por el díscolo multiinstrumentista Arthur Lee, adelantado a su tiempo en tantas cosas, se tuvo que conformar con engrosar la categoría de las bandas de culto, lauredas por el connaiseur mas brutalmente desconocidas por lo que sería su gran y potencial público.

Surgidos en el excitante panorama que tenía lugar en el L.A de los 60's, cuándo clubs como el Troubadour y el Whisky A-Go Go comenzaban a escribir su fascinante leyenda y donde bandas como The Byrds o The Doors  iniciaron su senda hacia la inmortalidad. En estas, Love quemaba la escena de garitos de la ciudad, ganándose un pequeño pero aguerrido reducto de fieles, deseosos de acudir a las explosivas presentaciones de la banda, de ver a Lee con sus lentes caleidoscópicas desplegar el potencial de un cancionero temprano de innegable pujanza, que aunaba sin tapujos el Rythm And Blues primigeneo con matices Folk Rock a la usanza de los chicos de Gene Clark. Lo blanco y lo negro. Junto y revuelto.

Y es que si queremos resumir en un término lo que fue la temprana singladura de Lee en el negocio de la música, bien podríamos escoger el de maridaje. Cómo apuntó cierta periodista que reseñó uno de los shows primerizos de la banda, con Arthur Lee se cerraba el círculo: Era, decía, un negro que imitaba a un blanco, Jagger, que a su vez imitaba a los frontmans negros de antaño. Lo dicho, el círculo se había cerrado.

El primer LP de Love, si bien no goza de la vitola de mítico de un "Da Capo" o, no digamos ya de "Forever Changes", es una sobresaliente carta de presentación, en la que el grupo mixtura sin complejos sonoridades Garageras, Pop, Psicodélicas y Folk, mucho Folk. Además, no puedo concluir el párrafo sin dejar de mencionarlo, yo lo prefiero a sus otras dos obras citadas más arriba.

"My Little Red Book", el peliculero tema de Burt Bacharach abre fuego, pasando el original por un filtro de Garage Rock arrebatado y sin concesiones. "Can't Explain", delicioso corte tan deudo de la melodía poppie como de un cierto matiz lisérgico pone sobre la mesa un par de constantes del redondo, a saber: Los minutajes breves y las melodías sencillamente perfectas, con las repiqueteantes guitarras de  Johnny Echols y Bryan MacLean sembrando deliciosos matices allá donde pasan. "A Message To The Pretty" , rebosante de desencanto y languidez, se antoja como otro de los highlights del disco; "My Flash On You" lleva un paso más allá, endureciéndolas, las enseñanzas de los Byrds, mientras que "Softly To Me", siguiendo con los paralelismos con la banda de McGuinn, anticipa en cierto modo parte de lo que estos ofrecerían en su "Fifth Dimension".

"No Matter What You Do" es, porque no decirlo, mi favorita del álbum: Qué dramatismo, qué caída melódica, que fuerza y que garra transmite aquí Lee, que más que cantar, aúlla, muerde. Y qué intro guitarrera, colosal, que los más enteradillos de ahora tildarían de jangle pop. "Emotions" es un corte instrumental con cierto regusto surf, que da paso a la poderosa "You'll Be Following", que a su vez precede a la 100% Byrds "Gazing", con alucinógeno solo a cargo de Echols.

"Hey Joe", corte hiperversionado en aquellos años, mantiene el nivel, marcándose una nervuda y espídica relectura del mismo. Energía que sin duda contrasta con la melancolía densa que empapa "Signed D.C", que no en vano sería versionada por Dead Moon unas cuántas décadas después. "Colored Balls Falling" aúna el poso psych de la banda con su querencia por la inmediatez y los temas breves, mientras que en "Mushrooms Clouds" desemopolvan las acústicas y se marcan un exquisito tema de corte folkie con querencia por los juegos de voces. "And More", que pese a lo que rezaba el título era la última canción del disco, ponía punto y final a éste a base de melodías preciosistas, coros prístinos y guitarras repiqueteantes. Lo de siempre, vaya, remachará algún profano, a lo que yo digo que sí, que puede, pero que en éste disco la fórmula no conoce el menor síntoma de desgaste.

Pese a ubicar su propuesta entre las, a priori diversas, coordenadas entre The Byrds, 13th Floor Elevators, Yardbirds o el Dylan recién electrificado, es decir, entre la melodía de base Folk, el toque psych, el músculo y el lírico fraseo de corte tan poético como desgarrado, Love fue el grupo genial, capaz de concatenar tres obras maestras, que nunca llegó a explotar, al menos tal y como debería. En fin, olvidemos, aunque sea por hoy, la injusticia inherente al tinglado de la música y hagamos sonar el disco con el que Love comenzaron a firmar su halo de mitos.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

The Nativos - "She Belongs To Me"


Spain in different, típico y tópico axioma que no deja de tener su punto de verdad. Y no siempre con una connotación negativa, ojo. Recordemos que los 80's han sido una de las décadas más ominosas en la historia de la música, y claro está, la escena Rock and Roll internacional no permaneció indiferente ante aquello: The Rolling Stones, a un tris de separarse, editaron un puñado de discos de perfil medio/bajo, los otrora intocables Dylan y Young se vieron constantemente cuestionados, aún cuando acertaban, y, lo más importante de todo esto, surgió un tipificado sonido 80's, entre lo bombástico y lo efímero que se coló con facilidad entre los surcos de grupos tan dispares como Ramones, Queen, Rod Stewart, Paul McCartney o Johnny Cash, por no hablar de los artistas antes mencionados. En cierto modo, sólo salieron fortalecidos de aquel marasmo los por aquel entonces tótems ascendentes del Hard Rock, formaciones cómo AC/DC, Motorhead o Judas Priest, que firmaron parte de lo mejor de su carrera en aquellos años.

Y mientras, en España ¿Qué? Preguntarán sarcásticamente esos eternos serviles a lo foráneo que no verían un grupo de talento en estas latitudes ni aunque lo tuvieran frente a sus narices. Habida cuenta de que aquí siempre ha habido una sólida escena underground, la primera mitad de los 80's españoles se descubre como especialmente fascinante para todo aquel que se diga melómano con ciertas veleidades rockers: Por decir algo, Burning asentaban su liderazgo, Loquillo, en compañía de Sabino Méndez, ponía patas arriba la noche barcelonesa, el Punk Rock vía UK comenzaba a emerger por el norte del país mientras que el de herencia ramoniana afloraba en la capital; Nacha Pop practicaban, quizá sin saberlo, Power Pop de altura mientras que los más duros del lugar, Barón Rojo y Obús implantaban el arena rock á la foránea.

Los primeros compases de La Movida, si bien no transmitieron un legado estrictamente musical, si que lo hicieron de actitud, y la respuesta que generaron, y en la que por cierto se encuadra la singladura de The Nativos , fue tanto o más interesante que el movimiento en sí: Ante la efervescencia y el frenesí petarda, Madrid vivió una oleada de grupos eminentemente rockistas,con la vista puesta en la música de los 50's/60's  y con una especial querencia por los grupos de culto, ahí es donde entrarían en juego Los Enemigos, Sex Museum, The Pleasure Fuckers o The Nativos.

 The Nativos fueron, ante todo, un supergrupo. Y es que en él se dieron cita, en algún momento u otro de su -breve- trayectoria miembros de Los Pistones, Enemigos, Mockers, Fallen Idols y Los Rápidos, .En "She Belongs To Me",  abundan las versiones frente al material propio, lo cual no debería inquietar lo más mínimo al connaiseur del garaje pretérito, sabedor de que en los discos de The Sonics, Remains o Fuzztones la proporción suele ser más o menos igual.

 El disco abre con el tema que le da título, eso es, el viejo himno de Dylan que ocupaba su lugar en la Cara folkie del mítico "Bringing It All Back Home". En mi opinión, la banda efectúa una de las mejores relecturas que se han hecho jamás del cancionero del de Duluth, lo cual, teniendo en cuenta el volumen de covers que ha sufrido, no es poco decir. The Nativos convierten el tema en un áspero y gélido corte garagero, con un hammond manteniendo el pulso y la labor vocal de Esteban gravitando entre las enseñanzas de Iggy Pop y Lux Interior. Menuda apertura.

 "I Can Only Give You Everything",  de los Them de Van Morrison cobra nuevos bríos en manos de la banda, insuflándole una energía inusitada, máxime al tratarse de un tema que ha sido revisitado tantas veces por bandas de distinto pelaje, de The Haunted a los Troggs pasando por MC5. "Stop", único corte que firma la banda, suena a los Stones de los 70's por los cuatro costados, demostrando que no sólo nos encontrábamos ante unos exquisitos revisionistas sino ante unos finos compositores. Finalmente, "Night Time", de los Strangeloves, ponía fin al maxi a ritmo de Rock n' Roll con toque R&B pasado de rosca.

Cómo ya apuntábamos, la existencia del grupo fue efímera y su producción se circunscribió a éste único EP, prototipo de disco de culto patrio. Ante la brevedad de su trayectoria, sólo nos queda fantasear sobre lo que podría haber dado de sí una banda de la calidad, mimbres y buen gusto de The Nativos.

viernes, 26 de agosto de 2011

Elvis Presley - "From Elvis In Memphis"


Elvis, la pelvis. El chico de Tupelo, el joven camionero transmutado en rey del R'n'R, la estrella excesiva que tenía más armas que guitarras y tocaba gospel hasta altas horas de la madrugada en los sótanos de Graceland... Suma y sigue. Que le tocase ceñir la corona del género fue lo peor que le pudo pasar a Elvis Aaron Presley, al menos desde el punto de vista de su legado estrictamente musical, siendo más asociado al exquisito paisaje kitsch norteamericano y su bizarro modus vivendi que a lo que verdaderamente debería importar: Su música. Además, por si fuese poco, tal condición le convirtió en blanco fácil de casi todo el mundo, desde quienes, fieles a su snobismo, se aferran a cualquier one hit wonder de Serie B de los 50's en su detrimento a aquellos que se ponen a acotar con escuadra y cartabón su carrera salvando su paso por la Sun, el '68 Comeback Special y para de contar que me mareo. Por Dios, si hasta en algunas de las bandas sonoras que hizo para sus pelis de saldo hay gemas, ¿O acaso no lo son "Can't Help Fallin' In Love", "Rubberneckin" o "Viva Las Vegas"? ¿Y qué me dicen de su atómica tanda final de shows en la ciudad de los casinos? Pues eso. Detractores profesionales de Elvis: Bájense unos puntitos.

Si el mentado "68 Comeback Special" supuso su vuelta de cara al público tras lo que fue casi una década entregado al séptimo arte, libre, aún momentáneamente, de los tejemanejes del Coronel Parker y su rancia y mediocre concepción del show business, "From Elvis In Memphis" era la confirmación de esa actitud vital en formato LP.

Grabado en los estudios American Sound (Dónde también se dejaban caer las estrellas locales de Memphis, los Box Tops de Alex Chilton) más modestos y lejos del boato al que solía acostumbrar, o habían acostumbrado, a nuestro hombre y con un fan irredento del Rey como lo era Chips Moman a los mandos,"From Elvis In Memphis" basculaba entre el Soul, el Country, el R&B y, cómo no, el Rock and Roll sin despeinarse el tupé, mostrando de paso a un Elvis pletórico, plenamente confiado en el material que iba a interpretar (algo de lo que no había andado precisamente sobrado unos años antes) y arropado por una banda con feeling y solvencia, no un frío puñado de mercenarios.

"Wearin' That Loved On Look" da el pistoletazo de salida a ritmo de Soul n' Roll con punzante bajo y afiladas garras, mientras que "Only The Strong Survive" es un grandioso número entre la declaración de principios y la épica. "I'll Hold You In My Heart (Till I Can In My Arms)" demuestra, una vez más, que el crisol de géneros que conforman el R'n'R era la savia de la que se nutría nuestro hombre. En esta ocasión, se adentra en las aguas del Country más melancólico y arrastrado, saliendo más que airoso, al igual que hará en las posteriores "It Keeps Right On A Hurtin", "I'm Movin' On" y "Gentle Of My Mind". 

 "Long Black Limousine" es, sencillamente, una de las mejores canciones a las que nuestro hombre a puesto voz, lo cual no es poco decir: Poderío, drama e intensidad se dan la mano en una canción que abunda en el amor perdido, la manera en que el pueblo juzga a la persona que marcha y la muerte. Sencillamente sobrecogedores esos versos que rezan, Through tear-filled eyes I watch as you ride by, oh yeah/A chauffeur, a chauffeur at the wheel dressed up so fine/Well I'll never, I'll never love another/Oh my heart, all my dreams, yeah they're with you/In that long black limousine. No se puede añadir más, a fe mía. "After Loving You" nos remite, irremisiblemente, a la delicada, por decirlo de un modo sutil, situación de su matrimonio. No en vano gran parte del material del que se valdría en lo sucesivo abundaría en sentimientos como el desamor, la ruptura y el abandono. "True Love Travels On A Gravel Road" suena, desde el título, a puro Presley, música atemporal, mestiza y eterna para hollar caminos y senderos. "Any Day Now", de las mejores, aborda el fantasma de la ruptura potencial que acecha a cualquier pareja, a cualquiera que no se deje llevar por la inercia, claro. Una majestuosa sección de vientos y unos coros sobresalientes elevan a la canción al ámbito de lo supremo. Por último, mas no menos importante, "In The Ghetto". Dejando a un lado lo insólito de un Elvis que se autoerige portavoz de desheredados y de la bizarra versión que todos tenemos en mente y que ha terminado por instalarse en el subconsciente colectivo, es una buena canción. No es de las mejores, ni de las definitivas que registró, nada más lejos, pero, que demonios, es un buen tema.

No son pocos los que consideran a este "From Elvis In Memphis" una suerte de segundo debut, en el sentido de renacer artístico, declaración de intenciones e inicio de una nueva etapa. En el plano musical, supone, junto con su debut, la vuelta del '68, sus discos gospel y el show de Hawaii las primeras puertas a las que has de llamar si quieres tener un primer encuentro más que satisfactorio con la obra del Rey. Cerremos líneas con la ya consabida frase, no por incierta menos definitoria: El Rock and Roll es Elvis, los demás hacen lo que pueden.

viernes, 12 de agosto de 2011

Joey Ramone - "Don't Worry About Me"


"No os preocupéis por mí". Apropiada carta de presentación para alguien de las hechuras de Joey Ramone,  quien, al límite de su salud mental y física, soportó el trasiego continuo de las últimas giras de  los Ramones y pudo encarar la realización de su álbum en solitario, amén de prodigarse por la escena local neoyorquina, ya fuese organizando shows, o dándolos él mismo al frente de The Resistance. Efectivamente: Una fuerza de la naturaleza.

 No cabe duda de que "Don't Worry About Me", única y póstuma obra de Joey al margen de la banda de su vida supone una de las cimas de la saga Ramone; por un lado, es la única que puede plantarle cara a la producción previa de los de Queens, saliendo airosa; por otro, es que apenas tiene competencia en ese campo.Recapitulemos: Marky alternó su militancia en bandas de Punk Rock pasé como The Intruders o The Speed Kings con bandas tributo a los Ramones, Joey, que no se callaba una, resumió toda su singladura como un continuo karaoke; Dee Dee tenía una carrera tan prolífica cómo tendente al perfil, en el mejor de los casos, medio, y por mucho que hubiese abjurado del Punk en favor del Rap en los 80's, la mayor parte de sus composiciones sonaban a refrito Ramoniano y Johnny, el marcial Johnny, prácticamente se retiró del negocio, excepción hecha a su aparición en un tributo a Elvis.

 En resumidas cuentas, éste disco venía a confirmar lo que muchos ya sospechábamos: Que el bueno de Joey era el mayor talento de la banda neoyorquina, y si antes de la edición de "Don't Worry About Me" podíamos remitirnos a su pujanza en discos que claramente llevaban su sello, caso de "End Of The Century", "Pleasant Dreams" o "Subterranean Jungle", ahora teníamos una colección de canciones, que, sin esconderse en democráticas firmas comunitarías, ponían sobre la mesa el alcance de su genio, así como la amplitud de miras de su creador.

 En "Don't Worry About Me" se dan cita sonidos Bubblegum, guiños al proto-punk y hasta algún ramalazo sixties, ya sea a través de sonidos ácidos o de alguna textura cercana al Folk.

 El disco abre con la archiconocida versión que realizó del oldie, "What A Wonderful World". Resulta francamente conmovedora la fuerza y positvidad que transmite en este tema, el apego a la vida de alguien que tenía los días, literalmente, contados. Y es que, pese a la intención luminosa del disco, el fantasma de la enfermedad lo sobrevuela en ocasiones, al menos a mí me lo parece. Aunque quizás esté pecando de leer la historia al revés y de sacar conclusiones precipitadas.

 Me pasa, por ejemplo, con "Stop Thinking In About It", que dicho sea de paso es de las mejores del disco. Esos versos que rezan  "Nothing lasts forever /And nothing stays the same /Feeling numb all over/ And totally deranged /When you finally make your mind up/ I'll be buried in my grave" pueden aplicarse a la problemática con la chica de la canción, sí, pero resulta inevitable darle una lectura conforme a la situación por la que estaba pasando.

 En "Mr. Punchy" se marca un tema chicloso, enfermizamente pegadizo, con la aparición estelar de Captain Sensible de los Damned. Y es que, cómo no podía ser de otro modo, en la grabación del disco se dió cita buena parte de la historia del Punk Rock, y a la presencia del capitán tenemos que sumar la de gente de The Dictators, Misfits y algún Ramone, así como la del ubicuo Daniel Rey. "Maria Bartiromo", dedicada a la conocida cómo la "Sofia Loren de las finanzas", reputada analista económica en los States y amor platónico de Joey, sigue esa línea, con ese lalalalala del comienzo que se te puede adosar semanas a la cabeza.

 "Spirit In My House" encaja a la perfección con el sonido que pusieron en práctica los Ramones post-"Brain Drain", a saber: Denso, solemne y oscuro, cosa que también podemos decir de "Venting (It's a Different World Today)". En "Like A Drug Never Did Before", desde el título mismo, saca a pasear su vena más Nuggets, mientras que en "Searching For Something" da rienda suelta a su vena acústica, de claras reminiscencias sesenteras.

 Con "I Got Knocked Down (But I'll Get Up)" volvemos a las referencias, esta vez explícitas, a su delicada situación vital (Sitting in a hospital bed/I, I want life/I want my life/I want my life/I want my life
/It really sucks
) pero asegurándose de dejar una luz bien clara al final del túnel. "1969" es el consabido tributo al disco y la banda que volvió del revés a cualquiera que se dedicara al Rock and Roll en la Nueva York de la primera mitad de los 70's: The Stooges. A modo de cierre, la que quizás sea mi preferida, "Don't Worry About  Me": Qué riff, que fraseo, que letra, que emoción a flor de piel. Qué todo. Un tema fresco, vacilón y, a decir verdad, inimaginable en un disco de los Ramones.

 Lo que devino, desgraciadamente, es por todos conocido. La enfermedad ganó la partida y Joey Ramone dejó este mundo sin ver publicada su gran obra en solitario. Para más inri, su baja pareció prender la espita necesaria para que todo el establishment y el gran público, que llevaba toda la vida pasando de ellos, agachase la cerviz ante los Ramones, ingresasen en el Rock and Roll Hall of Fame, fuesen una banda tan conocida por el ciudadano de a pie como los Beatles o los Stones y su logo un elemento perfectamente cotidiano en el paisaje urbano. Agridulce colofón para una historia tan llena de desdichas existenciales cómo de música de primera categoría. Nos quedaremos con lo último.

sábado, 30 de julio de 2011

Bruce Springsteen & The E Street Band - "Born To Run"


Existen pocos personajes tan denostados cómo Bruce Springsteen. "¿Cóooooooomo?" Habrá exclamado más de uno: Si el tipo llena estadios por doquier, goza de una legión de seguidores que bebe los vientos por él y es considerado, pese a haber empezado una década después que ellos, tan clásico y relevante como un Dylan o unos Stones. Entonces, ¿De qué diablos estoy hablando?

 Pues de que basta darse un garbeo por las lides -tangibles o virtuales, tanto da- del rockerío más supuestamente auténtico, ese aborrecible término, para constatar que el de Nueva Jersey no tiene lo que se dice mucho crédito, pese a haber sido, a lo largo de cuatro décadas, una verdadera bestia del Rock and Roll. El porque, para mí un misterio: Qué gente que se dedica a encumbrar verdaderas medianías se ponga exquisita de repente y se tire de los pelos y le hiciera la cruz al Boss a partir de discos cómo "Tunnel Of Love" o "Lucky Town", que le otorguen la vitola de "auténtico", seguimos a vueltas con el adjetivo, a tipos que, honestamente, no le llegan ni al tacón de la bota.... La lista de despropósitos es larga. Que más da que nuestro hombre hilase, en el lapso de cinco años, tres verdaderas obras maestras del género, las que van de éste "Born To Run" al "The River", que se haya mantenido siempre fiel a sí mismo, regalando verdaderos hit singles que lo habrían cubierto de oro y no dudando en grabar verdaderas rodajas de Country Folk maquetero y sombrío contraviniendo lo que todos esperaban de él. Y sobre, todo, que más da que el tipo haga shows de casi cuatro horas a píñón fijo, sin fláccido desarrollos instrumentales, ni forraje. Nada de eso importa al detractor profesional de Springsteen, que, eso sí, no dudará en dedicar chanzas de todo tipo al último songwriter coñazo de turno.

 En "Born To Run", se ha dicho mil veces, Bruce pretendía aunar la lírica de Dylan, el dramatismo de Roy Orbison y el wall of sound de Phil Spector. Una fórmula de altura para la que sin duda era su apuesta más ambiciosa hasta la fecha. Cabe recordar que antes de la edición de éste disco Bruce Springsteen era visto cómo poco menos que un trasunto fallido de Bob Dylan, cuyos dos discos de estudio, pese a contener un puñado de clásicos en potencia, habían pasado completamente desapercibidos. Así pues, en éste álbum la suerte estaba echada, y de su acogida dependería, colegimos, la permanencia de nuestro hombre en el negocio de la música.

En cierto modo, el espíritu de "Born To Run", ahí radica su complejidad, es tan musical cómo cinematográfico. Entronca con la pretensión de vindicar el R'n'R más inmediato de antaño, compartida por vecinos cómo The Dictators o los Ramones, pero también lo hace con la obra de, pongamos, un Scorsesse, con sus temáticas preñadas de épica cotidiana y redención callejera, sus luminosos parpadeando en la noche y el recuerdo de un pasado mejor, y seguramente idealizado, sobrevolando la acción. Todo eso y mucho más condensa la canción inicial, "Thunder Road", un tema a flor de piel, entre la autodeclaración de principios ("Well i got this guitar, and i learned how to make it talk") y la pretensión anunciada de huir de esa ciudad "llena de perdedores".

Y es que, pese a que todo el mundo suele citar a su sucesor, "Darkness In The Edge Of Town" cómo el disco en el que Springsteen "perdió la inocencia" y ofreció su primera ración de material con sabor amargo, lo cierto es que "Born To Run" transmite una innegable sensación agridulce, de post-adolescente que se aferra a sus vinilos de los Beach Boys y las Ronettes para afrontar las hechuras de una recién conquistada vida adulta que se le presenta de lo más angosta, de ensoñaciones interrumpidas por la sirena de la fábrica y de romper con todo y huir. Si hay un concepto en el que éste disco abunda, desde su mismo tema-título, es en el de huir.

 "Tenth Avenue Freeze-Out" suena a Soul vacilón y patillero, con su genuina sección de viento, apropiada para un tema en el que Springsteen viene a relatar cómo conoció al triste y recientemente desparecido Clarence Clemons, su verdadera mano derecha, con permiso de Little Steven. "Night" rezuma barroquismo con traje rockandroller y da paso a otra de las cimas del redondo, "Backstreets". Otro de esos temas que encaja en el concepto del disco, sobre el choque del idealismo juvenil con el frío cemento de la realidad: Demoledor.

 "Born To Run" abunda en el concepto de huir, en pos de un lugar dónde poder vivir, en el sentido más amplio del término, aunque todo apunte a que ese peregrinar no tendrá fin y será un vagar perpetuo. En el plano sonoro, Rock de muchos quilates, repleto de capas de sonido y con la banda funcionando con la precisión de un reloj suizo. "She's The One" descubre la vena más Buddy Holly de nuestro hombre, mientras que "Meeting Across The River" muestra su faceta más preciosista. Como colofón, "Jungleland", epopeya callejera bajo un cartel de Exxon, un corte sencillamente soberbio.

No creo exagerar al decir que el período '75-'80, fue el que aquilató a Bruce Springsteen como artista, intérprete y, lo más revelador, compositor. Con "Born To Run" mostró sus cartas, tras la gesta de "Darkness In The Edge Of Town", resultó invencible y en "The River"  no hizo otra cosa que asentar su valía. Sólo por esas tres muestras de poder ya merece su lugar de honor en nuestra historia, pero, afortunadamente, hubo más. Mucho más.

martes, 26 de julio de 2011

The Jam - "In The City"


 Digámoslo claro: "In The City", es un debut tan disfrutable e imprescindible como las respectivas cartas de presentación de Clash, Ramones o Sex Pistols. Y me permito añadir que igual de relevante e influyente. Y es que el power trio con el que el modfather se dió a conocer irrumpió en la escena blandiendo una irresistible mixtura de frescura, clase, agresividad y eclecticismo bien entendido.

 La génesis de su sonido se remontaba al Londres de la década anterior, aquel que vivió el auge de los Small Faces y el genio ascendente de los hermanos Davies, pero, por favor, que nadie se lleve al engaño de creer que estamos ante unos consumados revivalistas: Nada más lejos. Paul Weller ponía su background y su Rickenbacker al servicio de la coyuntura sónica del momento, esto es, el Punk '77, la vuelta del R'n'R inmediato sin florituras ni vacíos ejercicios de ombliguismo. En su faltriquera, abundantes influencias de la british invasion nativa así como algunas pinceladas de R&B y Soul de allende los mares, unos sonidos que con el tiempo se harían cada vez más evidentes en la trayectoria de la banda y se explicitarían del todo en las andanzas en solitario de Weller.

El disco es un compendio de himnos, bien nutridos de épica callejera y rabia juvenil, cómo bien evidencia "Art School", el pildorazo que se encarga de abrir fuego y mostrar que las cartas con las que jugaba la banda eran baraja ganadora. "I've Changed My Adress" es todo chulería y "Slow Down" supone todo un guiño a su poso más R&B, y más concretamente a Larry Williams. "I Got By In Time" es sencillamente una de las mejores canciones de la historia, a medio camino entre la inmediatez Punk y el Soul, con una letra que desgrana cómo pocas la vuelta del hijo pródigo a los escenarios de la adolescencia, entre chicas a las que amó y antiguos amigos con los que algún día soñó cambiar el mundo y a los que ahora a duras penas saluda. El nivel no baja, ni mucho menos, en la colosal "Away From The Numbers", de prístina elegancia e innegable melancolía en su sonido. "Batman Theme" es eso precisamente, la sintonía de Batman, un detalle simpático, pero del todo intrascendente, más aún si tenemos en cuenta el nivel al que raya el material de éste álbum.

 "In The City" da el pistoletazo de salida a la segunda mitad del disco, la más afecta (salvando todas las distancias que gusten) al Punk Rock puesto en práctica por sus compatriotas. "Sounds From The Street", con todo su deslavazamiento, es Power Pop de primera, "Non-Stop Dancing" hubiera colado sin problemas en un LP de Dr. Feelgood y "Time For Truth", con su cortante riff, es un pequeño clásico. La hooligan "Takin' My Love" y "Bricks And Mortar" son las encargadas de poner el punto y final a tan exquisita carta de presentación.

 Resulta tan fácil como arduo dirimir las causas de porque el legado de The Jam no ha llegado hasta nuestros días, con la vigencia y el reconocimiento generalizado del de, pongamos, unos Sex Pistols. Es díficil de entender si nos atenemos a su insultante calidad como banda, evidenciada del todo en la consistencia de su obra de estudio; pero es algo más fácil de comprender ( que no de justificar ni de secundar) cuándo tenemos en cuenta su afán de no-rupturismo con lo anterior, llevando con orgullo el estandarte mod, y vindicando el legado de grupos como The Who o los Kinks en medio de la vorágine Punk. Pero ya se sabe, lo clásico nunca pasa de moda, y hoy tanto sus trajes de elegante corte como lo expuesto en éste "In The City" han pasado con soltura y buena nota el test del tiempo.

martes, 12 de julio de 2011

Roy Loney And The Phantom Movers - "Out After Dark"


En un año que vivió la edición de lanzamientos capitales en el entramado del Rock and Roll inmediato y sin florituras, - "It's Alive de Ramones, "Overkill" de Motorhead, "Highway To Hell de AC/DC o "New Values" de Iggy Pop, entre otros- lo cierto es que el debut en solitario del que fuera voz cantante de los Flamin' Groovies en su primera encarnación lo tenía crudo para destacar en un panorama semejante. Pero el tiempo pasa y todo lo asienta, lo que nos permite, más relajadamente, descubrir estas obras de culto y enjuiciarlas en su justa medida, sin el lastre añadido de tener que compararlas con otros trabajos coetáneos y con la vitola de míticos a sus espaldas.

 Loney, aquel tipo que vindicaba el Rockabilly en el San Francisco de Bill Graham y Grateful Dead, llevaba casi una década en barbecho desde su marcha/despido (Qué fue antes, ¿El huevo o la gallina?) de los Groovies, al poco de la edición del fundamental "Teenage Head". Ahora, en el ocaso de los 70's, se mostraba decidido a volver, respaldado por una banda underground más o menos consolidada, The Phantom Movers (lo que pasaría a ser una constante a lo largo de su carrera en solitario, rodeándose en lo sucesivo de gente cómo The Longshots, The A-Bones o, más recientemente, los patrios Señor No) y sacándose de la manga un disco que, desde la misma cubierta, con Roy luciendo Strato y pose á la Pete Townshend, exudaba Rock and Roll.

 "Out After Dark" supone el punto de encuentro entre las distintas influencias que sustentan el background de nuestro hombre, del Rock and Roll 50's al sonido de The Kinks, amén de un componente Punk perfectamente compatible con lo que venían haciendo The Clash o Iggy Pop en aquellos años.

 La incial "Born To Be Your Fool", con ese primer verso tan Groucho Marx ( "I Was Born, Very Young...") nos pone sobre aviso de lo que será una de las constantes del disco, esto es, la querencia por las tesituras acústicas, que no relajadas, en clave de R'n'R, que empapan los surcos del disco. "Used Hoodoo" suena a  jungle music deudora de Bo Diddley por los cuatro costados, "Phantom Mover" es un himno que da paso a la vacilona y puro Roy Loney "Neat Petite". En "Return To Sender", al igual que en "Rockin' In The Graveyard", Loney ajusta cuentas con viejos héroes fifties de juventud, llámalos Elvis o Jackie Morningstar, entre las dos covers tenemos "People, People" un corte histriónico, exaltado y que personalmente me trae a la cabeza a Joe Strummer y sus chicos, aunque me temo que no se trate de algo objetivo. "I Love It" me parece de lo más granado del disco, un tema, intenso, afectado y con un nosequé nocturno y evocador que atrapa irremediablemente. "Scum City" funciona como dos canciones, por un lado, tenemos un cortante Rockabilly que habría hecho descubrirse a The Cramps, por otro, un preciosista interludio acústico de regusto folkie a modo de puente. "Trophy" es lo más cercano a una balada que podemos encontrar en éste disco, mientras que "She Run Away" suena a genuina mezcolanza entre los Kinks, los Stones de principios de los 70's y las Ronettes. Echando el cierre, "San Francisco Girls", un correcto número de R'n'R estilo Sun Records.

 No nos encontramos ante la clase de disco que cambia la dirección de la historia de la música, si bien es de justicia reconocer que tampoco es ésa su intención. Asimismo, supone digno testimonio de la riqueza musical de la década de los 70's, decenio en el que vieron la luz supuestas (abran comillas) obras menores que, de salir hoy día, nos harían hincarnos de hinojos y dar saltos de alegría. Por último, es prueba irrefutable del talento, oficio y saber hacer del gran Roy Loney. "Out After Dark", idóneo ejercicio de celebración del R'n'R, una vez que cae la oscuridad.

jueves, 7 de julio de 2011

Radio Birdman - "Radios Appear"


Cómo es bien sabido, el término aussie se emplea para referirnos a todo aquello que tenga denominación de origen en las antípodas, mas, en el terreno del Rock and Roll, sirve para designar una corriente sónica muy concreta. ¿A los deudos de la formación más mítica del lugar, AC/DC, tal vez? Pues no. ¿A aquellos que beben de las enseñanzas de combos de culto cómo, verbigracia, Rose Tattoo? Tampoco. Los padres del R'n'R a la usanza aussie no son otros que Radio Birdman, cuyo propio santoral de influencias constituye parte sustancial de los ingredientes de los que se nutrió la escena underground australiana en los años venideros.

 ¿De dónde venían, a título sonoro, los hombres pájaro? La estela del proto-punk se perfilaba alargada en sus canciones, con especial parada en el Detroit Rock City de finales de los 60's, y más concretamente, en combos como The Stooges o MC5. Aunque también se adivinan sólidas influencias de aquellas bandas que operaron en la década anterior, a medio camino entre la inmediatez y lo lisérgico, ya saben, nombres como Velvet Underground, The Seeds o los 13th Floor Elevators, de quienes por cierto se marcan su "You're Gonna Miss Me". Súmenle a eso un componente indiscutiblemente Surf en algunas de las guitarras del redondo y ya tendrán una idea de por donde van los tiros.

 Radio Birdman aunaban en su primer largo un puñado de himnos tan llenos de inmediatez cómo de dramatismo. Cortes matadores como "What Gives?", "Non-Stop Girls" o "Do The Pop", en los que el histrionismo de Rob Younger y la maestría de Deniz Tek a las seis cuerdas son los grandes centros de atención del tinglado. Concesiones a lo atmosférico sin perder mordiente, caso de "Man With Golden Helmet", más Raw Power sin cortar ni adulterar en "Descent Into The Maelstrom", "New Race" o, todo el mundo de rodillas, "Aloha Steve And Danno" una de las más atómicas del disco y, porqué no decirlo, de toda la historia del Rock, puro Proto-Punk á la Asheton, con unos coros surfers dignos de los Beach Boys. Tras semejante exhibición de poder es arduo mantener el nivel, pero el listón no baja en "Anglo Girl Desire" ni en la hímnica y gloriosa "Murder City Nights" con la que echan el cierre.

 En "Radios Appear" se daban la mano  inmediatez, crudeza, técnica, oscuridad, elegancia, minimalismo y atemporalidad. Una fórmula que a buen seguro pasó desapercibida en aquel '77 de la eclosión punk londinense, pero que, corriendo los años, resultó fundamental para concebir el sonido de formaciones tales como Celibate Rifles, The Nomads, Asteroid B-612, The Beasts Of Bourbon o los Hellacopters, por citar a unas cuantas. Ahí es nada.

sábado, 25 de junio de 2011

Guns And Roses - "Lies"


Quizás peque de rarito al decantarme por el mini EP acústico que la por entonces última sensación del Rock and Roll había tenido a bien a editar, cómo una suerte de preludio básico, de cinco piezas, ante la hecatombe de corte barroco, "Use Your Illusion", que devendría al poco, pero seamos francos: La blogosfera está saturada, en su 99% de odas a su álbum de debut, a los Illusions y puede que hasta de su ajuste de cuentas con el Punk Rock y demás influencias de juventud, el controvertido "Spaghetti Incident". De acuerdo, es más que posible que también haya decenas de artículos de "Lies" pululando por la red, pero, quiero pensar, serán menos.

 Tras esa bomba de neutrones, de efectos purificadores y a mil millas de lo que destilaban otros paisanos suyos, "Appetite For Destruction", paradigma y a la vez superación de la etiqueta Sleazy, explosivo artefacto que vindicaba la herencia del Hard Rock de los 70's (llámalo Led Zeppelin, o, mejor todavía, Aerosmith) aliñado con energía Punk y envuelto en componente Glam y callejero, ahora tocaba relajarse un poco y descubrir su faceta más classy y relajada, la más afecta al Rock de raíces acústicas, por así decirlo.

 En "Lies" la banda mostraba su querencia por la obra de formaciones como The Rolling Stones o The Faces, o sea, que en esta ocasión era Izzy, su elegante rítmica, el que se llevaba el gato al agua, facturando cortes de genuino Rock and Roll acústico, etílico y jaranero, sin producciones de la época que lastrasen el producto final y transmitiendo una innegociable sensación de inmediatez y naturalidad.

 El disco abre con un corte claramente deudor de las enseñanzas promulgadas por los Stones del "Sticky Fingers", "Patience", un exuberante tema en el que las guitarras acústicas llevan el peso, con un delicioso cambio de registro al final; "I Used To Love Her", mete el dedo en la llaga en una de las grandes bazas líricas del combo: Las temáticas políticamente incorrectas. En esta ocasión tocaba ponerse en la piel de un tipo que acaba de cargarse a su chica porque hablaba demasiado. En el plano estrictamente musical, un corte vacilón, que, quizá con otra letra, no habría desentonado en un disco de los Georgia Satellites. En "You're Crazy" Axl da rienda suelta a su faceta más histriónica y desatada, precediendo a esa grand finále, rayana en lo tragicómico que es "One In A Million", aquí el pelirrojo de Indiana se transmuta en una suerte de misántropo (bueno, algo de eso hay en W.A.R) que despotrica contra polis, gays, negros, racistas, y prácticamente todo lo que ose caminar por este mundo, por cierto, un corte matador, rayano en lo épico, a su modo.

 No se me escapa que en ciertas subescenas las pistolas de Los Angeles no gozan de mucho crédito, llegándose en ocasiones a la mofa y la burla contra ellos. A mi, en cambio, me parecen que son la última banda de R'n'R de cuantas alcanzaron el mainstream que merece la pena, amén de su labor de rescate y puesta al día de formaciones por aquel entonces prácticamente olvidadas como Rose Tattoo, New York Dolls o los Misfits, que en ocasiones han llegado a reconocer lo importante que fue la mano tendida por Slash, Duff y Cía. de cara a sus retornos. Por último, todos aquellos que se quedan con la imagen de Axl en calzoncillos, entronizado en su rol de rockstar excesiva y exprimiendo su voz ante audiencias multitudinarias, deberían sentarse a escuchar las deliciosas canciones que dan forma a este "Lies", que no se si figuran entre lo más granado, pero sí atemporal,que firmaron Guns And Roses.