domingo, 29 de mayo de 2011

Link Wray - "Shadowman"

Damas y caballeros, con todos nosotros, uno de los personajes más interesantes que vió nacer la música del siglo pasado: Link Wray.

 Guitarrista de incuestionable influencia y prolífica descendencia, David Lincoln Wray, fue el prototipo de eso que los yankees dan en llamar maverick y aquí algunos conocen como francotirador, esto es, un tipo que rompió el molde desde el minuto uno, a mil millas de distancia de conceptos como la autocomplacencia y siempre dispuesto a bucear, desde su perspectiva cruda y orgánica, a las profundidades abisales de la tradición musical norteamericana.

 En los lejanos 50's de rockabilly y brillantina metió sus influencias country en una batidora de surf distorsionado y chirriante y, sin saberlo, apadrinó el antiguo testamento de lo que devendría en punk rock y heavy metal (También llamado power chord), pero, claro está, no todo fue "Rumble" y el bueno de Link no tuvo reparo en adentrarse en terrenos lindantes al Rythm and Blues más negroide (Para muestra su disco homónimo del '71) o el Country de donde venía con los Wray Bros. fusionado con su particular concepción del Rock and Roll. Cómo suele suceder en este tipo de trayectorias, la categoría de pionero, lejos de otorgarle fama y dividendos, le hacía discurrir en paralelo a la senda del éxito. No deja de resultar significativo que uno de sus mayores períodos de fama tuviese lugar cuando se alió con Robert Gordon en el ocaso de los 70's para tributar a los viejos oldies de la década prodigiosa del R'n'R. Muy significativo.

 Afortunadamente, esa unión le hizo vivir una segunda juventud que, aparejada con sus constantes giras por Europa y la reedición de la mayoría de su catálogo por parte de sellos como Norton o Ace también se vio reflejada en las más que disfrutables obras de estudio con que nos obsequió hasta el fin de sus días. Cierto, no es "Shadowman" su obra más importante, pero si supone un digno testimonio de la buena forma en la que se encontraba éste pionero de la guitarra Rock y de lo alto que mantuvo el listón, incluso en sus supuestas obras de perfil medio.

 Pese a encontrarse cerca de la setentena, el maestro Wray mantenía intacta su pasión por la crudeza y la distorsión. Ahí tenemos las instrumentales "Rumble On The Docks", "Night Prowler" o "Moped Baby" para corroborarlo. O la enloquecida relectura que se marca del "Heartbreak Hotel". "Geronimo" da paso a "Young Love" y señores, toca recordarlo una vez más: Pese a qué casi nadie lo recuerda por ello, Link Wray era un gran cantante, dotado de un gran feeling, directo y sin barreras hacia el oyente. Él tema sigue la senda más accesible y afecta al Rock americano de su cancionero, en la onda de cortes anteriores como "Trying To Find Your Love". Apuntando todavía en esa dirección, también es digna de mención "I Can't Help It (If I'm Still In Love With You)", entre el Elvis más country y la melancolía fifties.

 Otro aspecto a resaltar del disco, al menos en parte, es la sensación de feedback que transmite, me explico: Link apadrinó, aún lejanamente, parte del Punk y el Hard Rock y aquí da la impresión de que se nutre de esas influencias a las que contribuyó, cerrando el círculo. ¿No se perfila alargada la sombra de The Cramps en "Run Through The Jungle"? ¿Acaso no suena la colosal "You Make It So Easy" a Punk Rock clásico por los cuatro costados? ¿Soy yo el único que percibe un riff digno de The Who en "Listen To The Drums"?

 Pensar en Link Wray es evocar una serie de estampas sonoras y plásticas de indudable atractivo y fuerza: Es hablar de cuero, amplis agujereados, guitarras compradas en casa de empeño, instrumentos guardados en elegantes coches fúnebres para evitar que sean robados y ensayos en garages. Es hacerlo de suciedad, reverberación y distorsión crepitante: La historia misma del lado más crudo, genuino y sin adulterar del Rock And Roll.

lunes, 23 de mayo de 2011

The Stooges - "The Stooges"


 La trayectoria de The Stooges supone un edificante ejemplo de la suerte que les toca correr a la mayor parte de los pioneros de nuestra música: Pese a que reescribieron, deglutieron, regurgitaron y escupieron los códigos de la música Rock en el ocaso de los floridos 60's, al grupo de los hermanos Asheton le tocó volatilizarse en medio de una espiral de drogadicción, indiferencia y rabia, especialmente de la dirigida hacia ellos.

 Creo que ésta es la clase de historias que conviene abordar desde el principio, y es por eso que escojo este debut de título homónimo e intenciones rompedoras. Aquí el combo de Detroit pone sus cartas boca arriba, mostrando gran parte de sus viciosas virtudes, pero con un ánimo de inmediatez que lo hace más accesible que el críptico lenguaje de basamento jazzy y ácido del que hacían gala en "Fun House". "Raw Power" es el redondo de la discordia y sigue sin poner(nos) de acuerdo a sus seguidores: Para algunos -entre los que me incluyo- supone un gran testamento de su obra en estudio, pero otros no tragan su producción ni a la de tres. En fin, cuestión de gustos, supongo. Así que mejor no perdernos en cuestiones bizantinas y entrar a desgranar éste "The Stooges".

 Si tomamos en consideración y en serio las declaraciones que Iggy Pop hizo en cierto documental sobre la historia del Punk, la banda había avanzado en el lapso de dos años, en cuestiones de técnica y composición, un mundo. Y es que si nos creemos que la banda debutó en el '67 con Iggy luciendo afro y aporreando una aspiradora y el bueno de Ron Asheton valiéndose de un ukelele, en el 69, el año de aquel Woodstock cuyo espíritu se vanagloriaban de haber dinamitado, The Stooges sonaban como una entidad compacta, intimidante, cuyo sonido iba del psych rock a la génesis el punk rock. Ahí es nada.

 La inicial "1969" supone una demostración de un lenguaje inédito en el Rock and Roll de la época: Estructuras obsesivas (bueno, esto quizá sea culpa de Bo Diddley, héroe de juventud de Iggy), guitarras hiperdistorsionadas y, quizá lo más importante, una pretensión casi confesa de no querer agradar a nadie. Quizá fue ese factor lo que determinó que la idiosincrasia de la banda se haya mantenido intacta hasta nuestros días, ese espíritu outsider, rayano en lo despótico y que ha hecho de los Stooges una banda a descubrir por cada generación de melómanos.

 "I Wanna Be Your Dog" es, sencillamente, una canción inmortal. Decadente, lasciva y con Osterberg desatando su a todas luces patente lubricidad. Y el riff, dios. No sé que hubiese sido de este grupo sin la labor de Ron Asheton, una verdadera máquina de facturar guitarrazos, moviéndose con soltura entre lo psicodélico y lo inmediato, sonando tan directo como un navajazo e impregnando al sonido de la banda de un indiscutible aura de peligro y subversión. ¿Cómo se lo agradecieron? Ah, sí, relegándolo al papel de bajista.

 Los más de diez minutos de la épica "We Will Fall" (Pese a apadrinar el Punk, los Stooges no eran la clase de banda a la que le temblaba el pulso a la hora de dilatar sus composiciones) dan paso a otro de sus himnos de siempre, la distorsionada y saturada "No Fun". Éste segundo tramo del álbum quizá sea más afecto a sonoridades ácidas que el anterior, a cortes como "Real Cool Time", o la en principio reposada y atmosférica "Ann" me remito. "Not Right" es un tema Stooge de manual: riff ácido y psych a partes iguales, ambiente enrarecido y aureola virulenta. "Little Doll" cierra la fiesta, poniendo fin al viaje por caminos torcidos y vericuetos que proponían en su primer largo.

 Ya decíamos que su historia fue efímera. En lo que pareció un abrir y cerrar de ojos, ya estaban firmando su epitafio fusionando decibelios con cascos de botellas rotas -"Metallic KO"- y marchándose por la puerta de atrás. Daba igual, su contribución a la historia de la música quedaba dormida, agazapada, esperando su momento para resurgir y ser vindicada de nuevo.

lunes, 16 de mayo de 2011

The Devil Dogs - "Saturday Night Fever"


"El álbum que tienes entre tus manos es tu pasaporte a esto, el otro lado de la vida. SOMOS los Devil Dogs. Y TU has sido invitado a una fiesta" Así de contundente se mostraba el Power Trio neoyorquino a la hora de invitarnos a su particular fiebre del sábado noche a ritmo de Garage Punk n' Roll de alto octanaje.

 Paradigma de entidad insobornable y por encima de tendencias, The Devil Dogs practicaban la clase de sonido que causaba furor entre los acólitos del sello underground Crypt Records, a saber: Querencia por lo vintage, gusto por los decibelios y la inmediatez por bandera. En sus anteriores y muy recomendables LP's ya habían dejado afianzada su fórmula, eminentemente heredera del sonido de su ciudad, desde la prehistoria pop del Brill Building (factoría compositiva detrás de algunos éxitos de, por ejemplo, The Ronettes) al Punk de los Ramones pasando por, cómo no, las glorias locales del proto-punk, formaciones como New York Dolls o The Dictators. Súmale a eso un innegable aura fifties vía Elvis y algunos ramalazos Surf/Doo Woop sesenteros á la Beach Boys y te podrás hacer, más o menos, una idea de cómo sonaban Fabulous Andy G y sus compinches, pasándolo todo, eso sí, por el turmix del Punk n' Roll más salido de madre.

 Y es que para "Saturday Night Fever la banda tuvo a bien afilar su sonido, subiéndolo de revoluciones y reduciéndolo en minutajes. Quizás la labor a los mandos del salvaje de Kurt Bloch (de The Fastbacks y productor de grupos como Supersuckers o Nashville Pussy) tuviese algo que ver en este endurecimiento. Cábalas aparte, la tripleta inicial "Big Fuckin' Party"/ "Dance With You Baby"/"Gonna Be My Girl" suena cómo poco menos que una andanada que, irremisiblemente y según como nos pille, puede ponernos las pilas para el resto del día o causarnos una terrible jaqueca. No se pierden en florituras los Dogs, facturando momentos completamente motorheadianos, hasta en los títulos - "I Don't Believe You", "Back In The City"- escupiendo salvas punkarras del calibre de "Stuck In 3rd Gear" o poniendo su corazoncito Rockabilly al servicio de la distorsión y el guitarreo más pasados de rosca, o lo que es lo mismo, "Alright!". Pero The Devil Dogs también tenían su poso poppie urbanita, y ahí es donde entran en juego "Backstage" -gloriosa- o esa adictiva "Sweet Like Wine"  que suena a declaración callejera definitiva. Su "Be My Baby", vaya. Y hablando de The Ronettes, la tríada Spector resulta objeto de tributo mediante una conseguida relectura de "So Young". El otro ofrendado es el chico de Tupelo, del que se marcan un speedico "Burnin' Love".

 The Devil Dogs demostraron, igual que tantos otros antes (y alguno después) que con un puñado de power chords, unos estribillos adictivos y la chulería para parar un tren que poseían, es perfectamente posible crear una obra magna de Rock And Roll. Y si no me crees prueba a colarte en esta gran fiesta que es "Saturday Night Fever" y me lo cuentas.

sábado, 14 de mayo de 2011

The Black Crowes - "By Your Side"


Hay veces en las que uno se muestra tan a contracorriente de los postulados mostrados por los seguidores de ciertos grupos (y, en ocasiones, suscritos por éstos) que llega a preguntarse si realmente puede considerarse fan o no de el. Algo así me sucede a mí con los Black Crowes. Me explico.

 El común denominador de su público considera "Amorica" su obra maestra y le concede a este "By Your Side" el status de obra menor, llegándolo a poner en inferioridad de condiciones con respecto a sus recientes álbums de regreso. Para más inri, los propios hermanos Robinson, unos bocas de cuidado, no guardan muchas palabras amables para este disco y si tomamos sus declaraciones al pie de la letra extraemos la conclusión de que su carrera empezó con el "Lions", considerando su etapa anterior, la más granada, cómo poco menos que un prólogo.  Para mí, en cambio, "By Your Side" supone, en dura pugna con su debut, la cima de lo editado bajo la etiqueta de los cuervos de Atlanta. Comparte con "Shake Your Money Maker" una querencia por la inmediatez y una inequívoca pretensión de volver a las raíces que lo aleja diametralmente de las texturas de "Amorica" o "Three Snakes And One Charm".

 El sonido del disco se nutre de los Stones era Mick Taylor, los Aerosmith más viciosos de los 70's y, muy especialmente, de Led Zeppelin. Completaban la fórmula añadiendo una serie de deliciosos matices Souleros, coros gospel y secciones de viento que ahondaban en el componente nocturno y festivo del disco.

 Y es que "By Your Side" sabe a periplo noctámbulo, a deshoras, a malas compañías que pueden ser las mejores en esa tesitura. No se nos escapa que, según declaraciones del propio Chris Robinson, la mayor parte del material del disco fue compuesto en Nueva York, en una época en la que el frontman vivía la noche de la ciudad de los rascacielos intensamente, siendo un habitual de su escena discotequera. Y esa nocturnidad empapa los surcos del disco.

 El disco abre fuerte, con trallazos del calibre de "Go Faster" y "Kickin' My Heart Around". "By Your Side" supone la primera incursión en terrenos Soul y la crujiente "HorseHead" da paso a una de las cimas indudables del redondo, "Only A Fool" exuberante corte, enriquecido por los metales.

"Heavy" otra gran canción, precede a "Welcome To The Goodtimes". Dios, que canción tan evocadora, resulta sumamente fácil dejarse llevar por ella y verse rodeado de nieve, literal y, ya saben, figurada. Algo así como un villancico cósmico. "Go Tell To The Congregation" mete el dedo en la llaga del gospel y el funky. Un delicioso hammond conduce "Diamond Ring", grandioso corte, arropado de coros con regusto negroide. Ya en la recta final nos encontramos con "Then She Said My Name" y "Virtue And Vice", especial mención para esta última, la más marcadamente Zeppeliniana del redondo, épica, contundente y mística.

 Lo repetiré una vez más: Para mí, de lo mejor de los Crowes. Aunque al sector más americana de sus seguidores no le hiciera mucha gracia ver a su banda enfundada en boas de plumas y retomando el pulso con el que habían irrumpido años atrás, no puede negarse la grandeza de este álbum. Su grado de excelencia y riqueza musical rayan en lo intimidatorio. Las canciones que contiene, frescas y atemporales, no han perdido un ápice de su pujanza y la avasalladora positividad que transmite continúa siendo irresistible.

martes, 10 de mayo de 2011

The Hellacopters - "Payin' The Dues"


 Es un hecho: Cuándo una banda bate marcas, llega lejos y rompe estúpidas barreras estilísticas siempre habrá una facción de sus acólitos que renegará de ella, se escudará en el "cualquier tiempo pasado fue mejor" y despotricará de cada lanzamiento suyo antes de haber escuchado una sola nota del mismo. The Hellacopters no supusieron una excepción a tan lamentable regla. Cuesta creer, echando la vista atrás, el poco crédito que cierta parte del público le concedía en el ecuador de su trayectoria, máxime si tenemos en cuenta la elevada media de su obra, entre lo notable y lo sobresaliente.

 Para mí, los suecos son la penúltima venida del Rock n' Roll guitarrero en su estado más puro. Sin aditivos. Alunizaron en el panorama allá por la primera mitad de los 90's, destilando las esencias de Stooges y Motörhead a mayor gloria de aquellas verdaderas murallas sónicas con las que debutaron en largo. Abrieron la puerta a sus adorados KISS en el potentísimo "Grande Rock" (lo que dicho sea de paso, comenzó a mosquear al sector más punkarra de su público) y, a partir de "High Visibility" abrazaron la atemporalidad, moviéndose con soltura entre las distintas tesituras del género, del High Energy a los ramalazos Stones 70's, pasando por atisbos de Southern Rock y Power Pop. Creo hablar en nombre de muchos, al menos de mi generación, cuando digo que a esta banda le debemos el hallazgo de formaciones indispensables tales como MC5, Sonic's Rendezvous Band o The Rubinoos, entre otras.

 Me decanto por "Payin' The Dues" por una sencilla razón: A este disco no le sobra ni una sola canción. Además, transmite esa sensación de haberse grabado prácticamente a la primera toma, sonando crudo y deslavazado, pero sin llegar a las cotas de su predecesor, "Supershitty To The Max". Puliendo, por decirlo de algún modo, la fórmula con la que habían dado a conocer.

 Partiendo de una base tan heredera del Detroit Proto-Punk como del Hard Rock más grasiento y punkarrerizado de los 70's, los Hellacas presentaban, en poco menos de media hora, una verdadera colección de himnos. De la chulería rabiosa en la inicial "You Are Nothin", a la definitoria -de aquello que se dió en llamar escena escandinava- "Riot On The Rocks". Del sutil corazón pop, cuyo latido queda enterrado bajo una capa de riffs distorsionados de "Hey!" a esas dos salvas de artillería que son "Soulseller" y "Where The Action Is". De la sucintamente fifties "Twist Action" a la densidad pétrea de "Colapso Nervioso" para llegar a la grand finale con la que quizá sea mi preferida del redondo, "Psyched Out And Furious", con un Nicke Royale poseído  ("Be my backseat driver I'm takin' over seven deadly sins") y la presencia estelar del ínclito Ross The Boss, ahí es nada.

 Entre medias, un verdadero tratado de Rock n' Roll chulesco, adrenalítico y atemporal oficiado por los duelos guitarreros entre los sumos sacerdotes Andersson y Dregen (Qué salió perdiendo al pasarse a los Backyard Babies, yo creo) y fielmente secundado por los cumplidores Kenny Hakanson y Robert Eriksson, compacta base rítmica. Amén del por aquel entonces flamante Bobba Fett, que aportaba teclas y regusto classy a la apuesta del grupo, resultando un factor determinante en el posterior avance de los Hellacopters hacia terrenos más setenteros y Hard Rock.

 Me sucede algo curioso con éste disco. Cuándo me lo escucho entero y me quedo con ganas de más no encuentro, por más que me afane en buscar, una apuesta sónica de similares mimbres: Ese equilibrio entre contundencia, distorsión, nitidez, rabia y clase sin resultar monótonos ni lineales. Lo mejor de todo esto es que "Payin' The Dues" no fue la cima, sino que, tal y como decía la canción "the best is yet to come". Y si no necesariamente lo mejor, sí episodios de incuestionable grandeza.

lunes, 2 de mayo de 2011

The Nerves - "The Nerves"


The Nerves son el prototipo de banda seminal: Su trayectoria fue de una brevedad inusitada, rayana en lo efímero; el culto que generaron, reducido y la música que facturaron, de capital importancia en el entramado del Power Pop. Bien por su influencia en bandas posteriores (Sirva el debut de los superventas The Knack cómo ejemplo) o, muy especialmente, por los spin offs en los que se bifurcó el grupo tras su disolución: Aquellos Plimsouls en los que se embarcaron los dos tercios de la banda o las andanzas del que fuera su batería Paul Collins, junto a The Beat o en solitario, y que son, dicho sea de paso, de lo mejor que le ha pasado al Rock and Roll en las últimas décadas.

 Éste EP homónimo fue la única referencia que editaron mientras estuvieron en activo, pese a que contasen con una gran cantidad de material en la recámara, recientemente compilado y publicado en el recopilatorio "One Way Ticket".

 En los poco más de diez minutos que duraba su debut los Nerves despachaban seis temas herederos del Pop 60's de temática teen que asolaba los charts una década antes, la inmediatez del Punk vía Ramones y el Power Pop. Su primer corte, "Hangin' On The Telephone" es el single perfecto que nunca fue, al menos en la voz de Jack Lee, ya que poco después Blondie llegarían a lo más alto con él. Ya se sabe, los caminos del Rock son inescrutables...

 "When You Find Out" es otra pieza de orfebrería Pop (Por cierto, ¿No os parece que su riff preludia al  "Passenger" de Iggy?) el sonido de las Rickenbackers empapa la atmósfera de "Give Me Some Time", en "Working Too Hard" suenan cómo una versión pre-new wave de los Beatles mientras que en "Paper Dolls" sacan a pasear su vena más Punk. Finalmente, "One Way Ticket" cierra el álbum con poderío y arrogancia rockanrolleras.

 Cómo ya decíamos al principio, The Nerves ardieron rápidamente ante la indiferencia del gran público, quedando su recuerdo y obra cómo algo poco menos que colateral ("el grupo en el que Paul Collins tocaba la batería", "los de la canción de Blondie"...) No contribuyamos pues a difuminar aún más su legado cayendo en esa tendencia. Pongamos a rodar, una vez más, "Hangin' On The Telephone".